En este paisaje sin fondo
Miami se hunde en el Atlántico
y una misiva de Wiston Churchill
derrotado se desvanece en un instante.
Marcel Proust nunca escribió su
Á la recherche du temps perdu
-padecía de Alzheimer- y solo recordaba
las tetas de su tía Leoncia.
A Montaigne, el postmoderno
le gustaba las comparsas de Río de Janeiro
vaya nihilista trasnochado
que acercaba la luz a las tinieblas.
Ella, La Habana, toda lúdica
se apuntala de memoria con estiércol
como una promesa de salvación
contra el olvido.
Olvido
No hay comentarios:
Publicar un comentario