que canta y llora
por este paisaje urbano.
Mujer alada, que desciende
de las alturas, voluptuosa
doncella de las olas.
Ella, tan misteriosa
como siempre
figura mitológica
en este siglo en celo.
Yo, antiguo marinero
que partió con Ulises
para caer rendido ante
su canto.
Nunca regrese a Ítaca
me perdí por el
mundo.
Y ahora,
ignorante del parte
metereológicola encuentro en
esta parada de autobús.
Irresistible náyade
condenada a vagar
por el asfalto.
Ulises y Las Sirenas
Herbert James Draper
2 comentarios:
Por eso yo no presto mucha atención al parte del tiempo.
Somos muchos los marineros “perdidos” por el mundo, pero no creo que todos tengan tu suerte.
Abrazo.
Gino.
Gracias Gino! Te mando un abrazo!
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