jueves, 7 de julio de 2011

Danza

Todos vamos a morir.
Nos vamos quedando
con retazos de vida;
con piezas que no siempre encajan.
Nos vamos quedando con la memoria
y algunas dudas.
Morimos y en ello se nos
va la muerte.
La vida es una danza frenética.
Un caos.
La vida es un orgasmo;
una orgía de imágenes
que nos invaden a toda hora.
En la nostalgia se presenta
ese que fuimos.
Uno entre millones de seres
uno más, con sus miles
de recuerdos a cuestas.
Recuerdos que se suceden
en un eterno plano secuencia:
niños de la calle pidiendo
sus limosnas de hambre.
Un ojo publicitario que nos
mira amenazante.
El rompeolas que llora
al ahogarse.
Un cerillo prestado.
Un leve roce en el andén.
Canciones de cuna
hace tiempo olvidadas.
Todo viene irreverente.
Iglesias, portales, firmas, gritos,
llanto y lluvia.
Vuelan, todos vuelan. El sillón,
la cocina, una ventana,
la abuela, mi perro, los amigos.
Vuela el sexo, vuela el cansancio,
el miedo y la alegría.
Todos vamos a morir con miles
de preguntas.
Nos vamos de este mundo con un suspiro.
Cuando entramos en el gritando.


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